En los campos, bosques y riberas de Chile, la vida silvestre aún persiste, aunque cada vez con mayor dificultad. Muchas especies pequeñas —algunas endémicas, otras en peligro— enfrentan amenazas que pasan desapercibidas. En las periferias de las ciudades o zonas rurales es común ver a niños y adolescentes cazando aves con hondas o rifles de aire comprimido, capturando renacuajos en las pozas o pescando sin límite en ríos y esteros. Lo que a menudo comienza como un juego puede significar una pérdida silenciosa, pero profunda, en el equilibrio natural.