Cada 4 de octubre, cuando la primavera comienza a pintar de verde los campos del Maule, Huerta de Maule se transforma. El antiguo poblado, con sus calles de tierra y su memoria colonial intacta, se llena de peregrinos que llegan a rendir homenaje a San Francisco de Asís, el patrono de la naturaleza, los animales y los campesinos.
En 2010, la celebración adquirió un tono aún más profundo. Solo ocho meses antes, el terremoto del 27 de febrero había remecido la zona centro-sur del país, dejando huellas visibles en casas, templos y estructuras históricas del pueblo. Pero la fe, como el paisaje que se renueva, permaneció firme. Las “mandas” se cumplieron, los cantos resonaron, y el espíritu de comunidad volvió a reunir a cientos de devotos en torno a la figura de un santo que encarna valores tan esenciales como la humildad, la conexión con la tierra y el respeto por toda forma de vida.
La festividad de San Francisco en Huerta de Maule no es solo un acto religioso. Es también una tradición campesina profundamente arraigada, un testimonio de resiliencia y una manifestación de identidad cultural. En cada vela encendida, en cada promesa cumplida, se respira algo más que devoción: se respira pertenencia, memoria y esperanza.
















