Aves rapaces como el peuco, el tucúquere, la lechuza, el aguilucho y el cernícalo, aliados naturales en el control de roedores, mueren envenenadas al consumir presas contaminadas. Un solo ratón que ha ingerido brodifacoum o difenacoum se convierte en una trampa mortal, y la cadena se repite: madres que no regresan al nido, crías que mueren por hambre, generaciones enteras interrumpidas.