
En plena Alameda Valentín Letelier, uno de los espacios urbanos más emblemáticos de Linares, se alza una escultura que no solo destaca por su imponente presencia, sino también por su profundo simbolismo cultural: “Hombre y Espuela”, obra de la escultora nacional María Angélica Echavarri Gleisner.
Esta pieza, inaugurada en el año 2010 como parte de las actividades oficiales del Bicentenario de Chile, rinde homenaje a la vida rural y al espíritu del campo maulino, tan arraigado en la identidad linarense.
La escultura representa una gran espuela metálica, símbolo del huaso chileno, que rodea y envuelve a cinco figuras humanas dispuestas en movimiento. Estas figuras representan distintos oficios y labores del mundo agrícola, mostrando la interdependencia, la cooperación y la vida comunitaria que caracterizan al trabajo en el campo.

La espuela —junto con otros elementos del apero huaso como la montura, las riendas, las botas, la cabezada y el freno— forma parte del universo simbólico del jinete campesino, un personaje que no solo representa tradición, sino también resistencia cultural frente al avance de la modernidad desarraigada.
María Angélica Echavarri Gleisner es una reconocida escultora chilena, autora de varias obras públicas en distintas ciudades del país. Su lenguaje artístico se basa en figuras humanas estilizadas, con fuerte contenido simbólico y narrativo. En “Hombre y Espuela”, fusiona el arte contemporáneo con el imaginario rural, proponiendo una lectura abierta sobre la identidad local, el trabajo colectivo y la memoria cultural.
La artista ha señalado que su obra busca interpretar la esencia del mundo campesino desde una perspectiva dinámica, en donde el ser humano y la herramienta se integran como un todo.
La instalación de esta obra marcó un punto de inflexión en el paisaje urbano de Linares. No solo por su escala y ubicación privilegiada en la Alameda Valentín Letelier, sino porque representa un esfuerzo concreto por valorizar el arte público como medio de expresión territorial.
“Hombre y Espuela” no es solo una escultura; es un símbolo contemporáneo de la historia local, un punto de encuentro, reflexión y orgullo para los habitantes de Linares y visitantes que recorren la ciudad.
La obra dialoga con su entorno: la arquitectura patrimonial, los árboles centenarios de la alameda, la actividad social y cultural que se vive en este eje urbano. Nos recuerda que la cultura rural no es una postal del pasado, sino una fuerza viva, en transformación, que sigue dando forma a nuestra identidad.
“Hombre y Espuela” es, en definitiva, una invitación a reconocer nuestras raíces, a valorar el trabajo humano que sostiene la tierra y a entender el arte como parte del paisaje de lo cotidiano.
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