Giulio Di Girolamo, artista ítalo-chileno, fue el autor del imponente mosaico que recubre el ábside de la Catedral, así como de los revestimientos de mármol que embellecen su altar mayor y otros espacios interiores. Su trabajo, de una factura minuciosa y sentido simbólico, confiere a la catedral un carácter singular, donde el arte se funde con la devoción y la arquitectura.