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Ruta L-45 KM 17, Linares.
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Santuario de la Naturaleza del Río Achibueno

En el corazón de la precordillera del Maule Sur se abre paso uno de los lugares más conmovedores del centro-sur de Chile. El Santuario de la Naturaleza del Río Achibueno protege más de 4.500 hectáreas de bosque nativo, quebradas escarpadas y aguas glaciares que bajan desde la alta cordillera. Es un corredor ecológico de enorme valor, no solo por su biodiversidad, sino también por la historia de resistencia comunitaria que lo resguardó para las futuras generaciones.

El río Achibueno cautiva desde el primer vistazo: un cauce turquesa y cristalino que serpentea entre rocas milenarias y laderas cubiertas de vegetación nativa. Sus aguas, que nacen en la laguna del Achibueno y se alimenta de los afluentes de otras lagunas altoandinas, desciendienden atravesando bosques templados siempreverdes. Aquí el tiempo parece detenerse. Cada sendero invita al silencio, a observar con atención, a escuchar el pulso profundo de la naturaleza.

La riqueza biológica del santuario es excepcional. En sus bosques habitan especies emblemáticas como el loro tricahue, el carpintero negro, el cóndor, el escurridizo pato cortacorrientes. Mamíferos como el zorro culpeo, el pudú y el monito del monte encuentran refugio en quebradas húmedas y rincones apenas explorados. En cuanto a la flora, destaca la presencia del ciprés de la cordillera, especie en estado vulnerable, además de coigües, hualos, lingues, arrayanes y helechos que parecen relictos del pasado.

El acceso principal se encuentra a unos 20 kilómetros al sureste de Linares, siguiendo la ruta L-45 hasta llegar a sectores como Pejerrey y Monte Oscuro. En el km 64, en el sector de Monte Oscuro, existe un centro de información turístico y ambiental para quienes inciar su aventura o desconexión en el santuario.

Pero el valor del Achibueno no es solo natural: también es social. Su categoría de santuario no fue un regalo. Fue la consecuencia de una larga movilización ciudadana que se opuso con fuerza a los intentos de construir 2 centrales de paso que habrían alterado de forma irreversible sus delicados ecosistemas. Gracias a esa resistencia —liderada por comunidades locales y organizaciones medioambientales — hoy existe un modelo de conservación participativa que busca equilibrar el respeto por el medioambiente con el desarrollo local.

Quienes visitan este lugar también asumen un compromiso. No dejar basura, no ingresar con mascotas, no hacer fogatas ni extraer especies son gestos mínimos pero esenciales para la preservación. A ello se suma la necesidad urgente de cuidar la biodiversidad que habita en pozones y pequeños esteros afluentes del Achibueno, ya que son clave para la salud de estos ecosistemas. La sobrepesca, la caza irregular, la extracción de áridos y el turismo sin regulación, también representa una amenaza silenciosa para el equilibrio del Achibueno.

El Achibueno no es solo un santuario. Es una muestra viva de lo que aún puede protegerse cuando la comunidad se organiza para la protección de su patrimonio.

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